domingo, 15 de febrero de 2009

CANCIONERO DE PETRARCA.


Ayer fue San Valentín, que no es una fecha que me entusiasme aunque esta vez alguien se acordó de mí en ella, cosa que me alegra pese a todo. Como concesión cultural, y ya que este es el libro de los amores improbables, voy a poner el soneto primero de uno de los más grandes poetas amorosos de la Historia, Petrarca. Que os enamoréis bien.


Los que, en mis rimas sueltas, el sonido

oís del suspirar que alimentaba

al joven corazón que desvariaba

cuando era otro hombre del que luego he sido:


del vario estilo con que me he dolido

cuando a esperanzas vanas me entregaba,

si alguno de saber de amor se alaba,

tanta piedad como perdón le pido.


Que anduve en boca de la gente siento

mucho tiempo y, así, frecuentemente

me advierto avergonzado y me confundo;


y que es vergüenza, y loco sentimiento,

el fruto de mi amor sé claramente,

y breve sueño cuanto place al mundo.


PETRARCA

lunes, 9 de febrero de 2009

LA LETRA ROJA.

Basado en la gran novela de Nathaniel Hawthorne, que os recomiendo pero, eso sí, advierto que no es fácil de leer.

En el nuevo Edén,
el Infierno.
En la selva,
la salvación.
En el vacío,
el orgullo.
En el escaño,
exposición.

Rojo, oasis rojo.
Salvoconducto escarlata
que te aisla y te separa.
Meteoro que das color
al mundo,
al oscuro mundo.
Dulce prenda adosada
a un pecho que, por impuro,
yerto y níveo no es;
señal de castigo futuro.

Pecadora,
si yo pudiera
acompañarte en la picota.
Yo te corono.
Tú me coronas
Dulce pecado
que unirnos pudo.
La enseña rosa.
¿Dó estás ahora?
Como siempre, sola.

El pasado y el presente
se juntan en mi mano.
Y ese sórdido perfil,
ese cariz puritano,
ensombrece los perfiles
como antaño,
como antaño...

Más vale llevar la marca,
que mi pecho abrasado
lo proclame, como letra
escarlata anuncie el hado.
Me perderé en el bosque,
desandaré lo andado.
Libres seremos allí,
el río del olvido al lado.
No pagaremos tributo
ni al ilustre purpurado
ni a los dóciles próceres
por los que es adulado.

Presto, prepara el estrado
aquí, en la catedral.
Atended, conciudadanos :
me presento ante vosotros
como individuo honrado,
de esquizofrenia amorosa
y, tal vez, predestinado.
Por las calles que paseáis
vuestro ideario envarado,
si hacia mí volvéis la faz,
los rostros rotos y rancios,
quizá no veáis la señal
que alumbra mi costado.
Ni luce como pensáis,
ni está en terreno vedado.
Y antes de que juzguéis,
pensad si seréis juzgados.

Letra roja,
libro olvidado.
Que me hablas en pasado.
Y yo me veo ahora,
viejo papel,
reflejado.

8/2/09

domingo, 1 de febrero de 2009

MORIR DE VIENTO.


Ayer, por eso de celebrar mi primer y relativo triunfo en Segundo de Filología, estuve alternando con dos buenos amigos que a la vez son buenos poetas, como sea que uno haya publicado y el otro no. Del primero voy a pasaros un enlace que espero encontréis interesante:




Y, ya que él posee muchas más tablas poéticas que yo, voy a seleccionar aquí una de las composiciones de su primer poemario, Morir de viento, que tengo dedicado de su puño y letra. Con todos ustedes, Jorge Pascual:


Es curioso cómo caen las piedras
por su cara más detestada.


¡Cuántas astillas se me han clavado por existir!
¡Cuántas astillas tengo porque existo!
Cuántas astillas tengo en el pecho, astillas de mirar, de quedarme... sí/
Lleno de sangre.
Cuántas astillas escupo y cuántas se me clavan por dentro,
y no en el pecho sino en futuros tiempos.
¡Cuántas astillas me veías y me quitaste! Gracias.
Y te quité, ya no se cuántas.
¡Cuántas astillas en un piso vacío!
¡Cuántas astillas destrozan la noche y cuáles el día!
Cuántas astillas, de esas verdes y lujosas, de simpatía arbórea,/
de tiempos tan sublimes,
de llantos pequeños con caballos de tres patas,
primero manchaban el cielo, se insertaban,
luego roían universos, los agujereaban ya hace tiempo...
Ya no recuerdo...
Pero dime, ¡cuántas!


JORGE PASCUAL