sábado, 3 de julio de 2010

LUNES DE CARNAVAL.

LUNES DE CARNAVAL.


Me esperabas allá abajo,

bajo el símbolo,

en el simbólico día,

desprovisto de máscara,

ese lunes de carnaval.

De incógnito, decías,

frente a la lápida.

Allá arrojaste

tu antifaz,

a la lápida.


Gracias,

te necesitaba.

Con tu saliva pude

gritar más fuerte;

con tu saliva

recordar lo que se ignora.

Tú fuiste

la materia de nuestros cánticos;

por ti no me siento

mono de circo,

porque quedamos

a pleno sol,

en el punto neurálgico,

y que los retrovisores estallen

en un magma de malhadados cristales.


¡Ah!

Povera patria.

¿A dónde nos conduces?

¿A cuántas modalidades

del exilio?

No cambiará…

Discreta Sodoma mesetaria,

¿a quién crees que puedes engañar?

Sí que cambiará…

Cuando den las doce,

en el reloj,

y todos nos quitemos la careta,

¿lo hará la Muerte?

¿En eso quedará todo?

¿En un sepulcro autoconsciente

que se arroja puñados de arena?

Compartamos la esperanza,

como compartimos el nombre,

y compartiremos la existencia,

al menos varias estaciones más.

No quieras hundirme,

en un cenagal cuyo fondo es la hipocresía.

No lo consentiré,

aunque me expongas en tu

anfiteatro romano,

no necesito coturnos,

no hay tragedia

en este programa.


La megafonía se impone

a los bisbiseos.

La energía viene

de un beso en la mejilla

que parece casto, tras la

depravación.

Me puede quedar gozando

de los encantos de Circe.

Pero volví…

Y descubrí

otros nuevos.

También la ilusión

de retomar una senda discontinua.

Discontinuo es mi disfraz,

como el de un superhéroe,

salvo que no lo soy…

Es una segunda piel,

la piel

del león.


3/7/10

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