lunes, 31 de diciembre de 2012

Materia, hay. Algo falta...

No, no. Poco importa lo que reseñara en el blog principal. Yo no quiero que acabe el año sin dedicar unas líneas a cerrar este espacio. Y me pregunto: ¿cómo es posible que no me surgiera ningún poema dentro de mi viaje escandinavo? Con esos paisajes de extrema belleza otoñal  e invernal, con esas bellezas humanas que veía a diario, con esas nuevas experiencias que iban de lo sublime a lo grotesco... Y una esquina poética en la casa, un rincón de lectura no muy bien aprovechado, la verdad sea cierta, pero que me sirvió para pequeños paréntesis culturales dentro de los cuales no pude incluir una serie de versos. 
No, si ya lo decía mi profesor, que yo no valía para esto. Claro que otras personas, no tan doctas pero más afines a mi sensibilidad, sostienen lo contrario. ¿Podrá algún día toda esta materia ser convertida a través de una mirada más o menos lírica pero en todo caso tamizada por mi filtro personal. Ojalá, ojalá. Aunque sea no más mediante la prosa poética. Es que, amigos, este poeta apenas ha tenido tiempo para la reflexión, ya lo decía en otro canal... Ha sido llegar y no cerrar un capítulo, sino vivir un epílogo que no se cómo terminará, cuyos actos están en trámite y el próximo, quizá decisivo, es en unas horas y eso no puede por menos que alterarme. 
¿Me convertiré en un pesado que compone poemas amorosos para su pareja? Es más, ¿dicha hipotética pareja sería capaz de compendrerlos? A saber. Ni yo mismo comprendo algunos de los que escribí hace años. Eso ya es mucho decir. La nochevieja pasada solo mi garganta se alteró. Para mal. Solo llegué hasta el bar de debajo de mi casa. Pero, mis queridos lectores, parece que me he endurecido un poco a través de caminatas a través de la nieve, chupitos de aquavit, y arrastrar maletas catalogadas como heavy, no precisamente por sus gustos musicales. 
Gracias, gracias por aguantar este blog tan espaciado, y gracias a esas personas que, bien por su inestabilidad emocional o bien por otros factores más constructivos, permiten que la musa me visite de tarde en tarde, como esos amigos que viven fuera y a los que siempre es un placer volver a contemplar. ¡Feliz año!