lunes, 14 de enero de 2008

LA ESPADA.


LA ESPADA.

Para qué tengo una espada
si no puedo matarte con ella.

Mírala, en su pedestal,
a los profanos provoca asombro,
a aquellos que tienen vedado
el secreto del mellado filo.

No me mires con gesto hosco,
hechicero de albos ropajes,
antes busca en tu anaquel,
¡oh desbarbado Merlín!,
cura para el sortilegio.
Me miras con desgana, viejo,
acaso cocina ese brebaje
que se lleva un poco de mí
y me hace sentir vivo.

El enemigo ya acecha,
y no es país para débiles.

¡Vuelve a la forja, acero!
No roces,
arañes,
raspes.
¡Ataca!
¡Hiende!
¡Abrasa!

Deja tu gloria en mis manos.
La bruja ya no tiene lengua,
se la arrancamos con los dientes,
pero nunca, nunca
podré arrancar su maldición
si no la poso en mis labios.

Pobre vieja compañera.
Apenas con uso de razón
te libré del pétreo anclaje.
¡Quiero atacar!
¡Hender!
¡Abrasar!

No quiero encarar vasallos,
antes rivales dignos.
Me asquean sus melindres.
¿Me osas volver el rostro?
Ni hombre puedo llamarte.
Dejo espacio entre ambos.
Pero te merecías menos.

Solo tú te ganas mi duelo.
Solo tú, princesa de antaño.
¡No quiero escuderos, querida!
Deseo un cuerpo un cuerpo,
entre mis manos la seda
de tu matojo azabache.

14/1/08

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta es mi poesía favorita; a ver si consigo sonsacarte el mensaje oculto, lucha, una mujer en juego, merlín con su actitud, una bruja o situación a la que le arrancas la lengua de un mordisco...
Tu poesía habla de tu pasión y de las cosas con las que estas en desacuerdo y a las que le responderías con la cabeza alta y la mirada decidida; admiro todas esas cualidades, amigo y también que tengas cierta facilidad en la concreción de los detalles.

Luis dijo...

El significado es complejo... Hablo de algo que me cuesta confesar, y por ello utilizo tantas alegorías.
Pero a ti, que has tenido la gentileza de entregarme tus poesías, te lo acabaré diciendo.
Gracias por el comentario!