lunes, 9 de febrero de 2009

LA LETRA ROJA.

Basado en la gran novela de Nathaniel Hawthorne, que os recomiendo pero, eso sí, advierto que no es fácil de leer.

En el nuevo Edén,
el Infierno.
En la selva,
la salvación.
En el vacío,
el orgullo.
En el escaño,
exposición.

Rojo, oasis rojo.
Salvoconducto escarlata
que te aisla y te separa.
Meteoro que das color
al mundo,
al oscuro mundo.
Dulce prenda adosada
a un pecho que, por impuro,
yerto y níveo no es;
señal de castigo futuro.

Pecadora,
si yo pudiera
acompañarte en la picota.
Yo te corono.
Tú me coronas
Dulce pecado
que unirnos pudo.
La enseña rosa.
¿Dó estás ahora?
Como siempre, sola.

El pasado y el presente
se juntan en mi mano.
Y ese sórdido perfil,
ese cariz puritano,
ensombrece los perfiles
como antaño,
como antaño...

Más vale llevar la marca,
que mi pecho abrasado
lo proclame, como letra
escarlata anuncie el hado.
Me perderé en el bosque,
desandaré lo andado.
Libres seremos allí,
el río del olvido al lado.
No pagaremos tributo
ni al ilustre purpurado
ni a los dóciles próceres
por los que es adulado.

Presto, prepara el estrado
aquí, en la catedral.
Atended, conciudadanos :
me presento ante vosotros
como individuo honrado,
de esquizofrenia amorosa
y, tal vez, predestinado.
Por las calles que paseáis
vuestro ideario envarado,
si hacia mí volvéis la faz,
los rostros rotos y rancios,
quizá no veáis la señal
que alumbra mi costado.
Ni luce como pensáis,
ni está en terreno vedado.
Y antes de que juzguéis,
pensad si seréis juzgados.

Letra roja,
libro olvidado.
Que me hablas en pasado.
Y yo me veo ahora,
viejo papel,
reflejado.

8/2/09

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