EL CHICO QUE SOÑABA CON UNA CERILLA Y UN BIDÓN DE VASELINA.
Blanco sobre negro.
El astro adelanta su curso.
Reloj a destiempo.
Castigo a mi pecado alcanzo
con los rayos tempranos de Febo.
Ando, no ando.
No ando, sueño.
Estado de inercia me guía.
Había que hacerlo. Está hecho.
Ante la ominosa efigie
ni tuerzo ni desvío sendero.
Freno, observo
y pienso:
Todo empezó aquí.
Ni yo mismo lo recuerdo.
De buena gana entraría
a contar de dónde vengo.
Cantaría este romance
que no es romance, que es sexo.
Hablaría de lecciones
que quedaron con Morfeo.
Iríamos a la capilla
a rezar un Padre Nuestro
sin dar por mi salvación
más allá de medio euro.
Decidme vuestras predicciones
sobre mí. ¿No acierto?
Lógico, cuán errado estaba,
cuán errado, yo confieso.
Blanco sobre negro.
Abrasador soy, sí,
pero solo en cuento.
Si pasara como allí,
si controlara el fuego,
si me furia se encendiera
y dejara esto ardiendo…
¿Lo haría?
No, ya tengo lo que quiero.
15/11/09
No hay comentarios:
Publicar un comentario