domingo, 21 de marzo de 2010

LAMBRUSCO.

LAMBRUSCO.


Lame brusco;

lame, brusco;

lame hasta hacer hervir la sangre

achampañada.

Me soltaré el tapón de mis venas

para regarte,

en este dulce sentimiento,

no se si llamarlo amor.

De la tierra do sufrió Petrarca

vinieron ligeras y etéreas

estas burbujas,

esta rosácea libación que hacemos

a Líber,

este sordo arrullo de nido vacío.

Este rubor que tiñe mis mejillas,

rescoldo de un recuerdo,

de un día marcado al azar.

En este manantial,

de delicioso fluir,

apuramos la copa de nuestro primer

encuentro,

en ese terreno vedado,

en ese locus amoenus.

¿A quién debo vender mi alma,

qué llave es la que franquea ese

paraíso perdido?

Prima vera que avanzas con tu manto,

ayúdame a alcanzar esa

primera vez,

ese primer rito,

ese primer sorbo

compartido.

Vino rosado,

venga mi hado.

Vengan más noches de mortecina luz,

en que pases,

de cáliz a cáliz,

diluido en esta boca que te canta

y te ensalza,

agua con polvos,

con ceniza del incienso

que se derrama.

Me cortaré las venas

pero no de amor.

Acudirás a sellar

estos sabrosos afluentes

con tus labios,

en los cuatro puntos cardinales

del placer.

Para mí serás süave

y luego serás brusco.

Lame,

apura esta vez hasta…

¿cuándo?


19/3/10


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