domingo, 7 de marzo de 2010

EL CONO DE INCIENSO.

Por esto del nuevo cuatrimestre y los viajes, he logrado componer otro poema propio, que voy a colgar esperando que os guste. Si Bolonia lo permite, seguiré este camino semana a semana, más o menos.

EL CONO DE INCIENSO.

El cono de incienso me engaña:

ceniza por fuera,

fuego por dentro.

Confiado lo cojo y me abraso

en incendio.

Lo ofrezco en honor de mis lares,

de mis ancestros.

Por si acaso me vieran ahora,

desde su cielo.

Por si en mis actos de ahora

los ofendo.

Tornado vino el céfiro suave

en violento viento.

Mi musa rescato de este estéril,

estéril Polifemo.

En la tormenta un oasis,

un oasis de febrero.

Una cadena de indicios, ¿señal

o azar incierto?

Ligero de equipaje vine,

no me falta este cuaderno

de dispares asonancias,

de no tan lejanos recuerdos.

La fuerza de Gea derrumba

de la lengua el congreso.

Una lengua que señala mi futuro

y mi sustento.

Resiste el embate, poema, llegarás

hasta el buen puerto.

Mientras tanto, de Pigmalión

la estatua moldeo.

Conquistado este Lugdunum

por el Conquistador Guillermo,

con cono de incienso señalo,

tal vez, ¿mi agradecimiento?

Sobresaliente en la métrica,

merecedor de este premio,

llegaré en este instante

sin comerlo, y con bebercio,

a los cuarenta versos.

27/2/10

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