EL CONO DE INCIENSO.
El cono de incienso me engaña:
ceniza por fuera,
fuego por dentro.
Confiado lo cojo y me abraso
en incendio.
Lo ofrezco en honor de mis lares,
de mis ancestros.
Por si acaso me vieran ahora,
desde su cielo.
Por si en mis actos de ahora
los ofendo.
Tornado vino el céfiro suave
en violento viento.
Mi musa rescato de este estéril,
estéril Polifemo.
En la tormenta un oasis,
un oasis de febrero.
Una cadena de indicios, ¿señal
o azar incierto?
Ligero de equipaje vine,
no me falta este cuaderno
de dispares asonancias,
de no tan lejanos recuerdos.
La fuerza de Gea derrumba
de la lengua el congreso.
Una lengua que señala mi futuro
y mi sustento.
Resiste el embate, poema, llegarás
hasta el buen puerto.
Mientras tanto, de Pigmalión
la estatua moldeo.
Conquistado este Lugdunum
por el Conquistador Guillermo,
con cono de incienso señalo,
tal vez, ¿mi agradecimiento?
Sobresaliente en la métrica,
merecedor de este premio,
llegaré en este instante
sin comerlo, y con bebercio,
a los cuarenta versos.
27/2/10
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