domingo, 25 de abril de 2010

LAMBRUSCO II.

LAMBRUSCO II.


Tiresias retrocedió a miope,

buscando entre la sedosa carne de

sus discípulos

algún pequeño reguero de la

Castalia fuente,

y me sentí desnudo,

oculté a estos pequeños

embriones, estos

nasciturus engendrados por la

violadora fuerza centrífuga que

me posee.

¡Oh, clarividencia!

¡Cómo supiste ver cuándo

jugaríamos a poetas, cuándo,

retirado de Amor el manto,

lloraríamos por lo que se ha perdido

y por lo que se puede volver

a recobrar!

¿Quién lamerá estas lágrimas

del color de la Aurora?

¿Por qué buscar, en el mismo

sueño, otro fantasma,

constituido de una espuma

que burbujea al llevarla a

mis labios pero cuyo

regusto pronto olvido?

Consumiré mi último bastón

de incienso tibetano;

consumiré este vidrio,

reciclando una esperanza

que no se consume,

que flota como el corcho

despedido que libera el humo

de mis recuerdos.

Volverán, volverán

estas partículas del barro

que se adhiere a tu cuerpo

cual si estuvieras recién

modelado.

Toma,

trincha mi corazón,

sácalo del brasero y abrásalo

en otro,

doquiera que estés,

riégalo con otros odres

y devuélveme el resto.

Fortuna, los trucos que nos

enseñas pueden regresar

a la misma piedra

y tropezar.

¡A tu salud!


25/4/10

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