HUMO.
Humo que no me dejas ver el sol,
miasma tóxica que me arrebataste
instantes de placer,
que corrompiste a mis amigos,
que disputaste a mis amantes.
¿Dónde está, pues,
tu aureola de felicidad?
Si te adueñas de las voluntades,
hasta que no se con quién hablo.
Quédate, pues,
con tus agradecidos zombis.
Arranqué la hoja de entre mis planes,
la enrollo como si fuera un canuto,
de fieles apóstoles,
hueca por dentro la quemaré
hasta que salga otro humo,
la fumata ante la que cabe
esperar una nueva era,
un horizonte sin cortinas;
retén el humo en tu cerebro,
así me dejará ver el sol.
16/2/11
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