domingo, 26 de octubre de 2008

VIEJO LECHO YERTO II

VIEJO LECHO YERTO II

Tantos pisos, tantos polvos, tan tirado
a la bartola. Mírate,
viejo lecho yerto.

Por un tiempo, mi espalda escribió tu historia.
Ahora…
No puedo ver tu desenlace.
Tiradlo, fue mi sentencia.
Lavado de manos cual Pilatos.
Corona de espinas fueron tus meados.

Nunca fui tu dueño.
Y ahora… ¿Quién lo es ahora?
Quizá, aunque no me de cuenta, sea
que no quise entregarte.
Te tiré
o te compré
por un puñado de sestercios.
Desnudo, feo,
allá quedaste en la soledad de aquel domingo.
Como un reclamo,
en estos tiempos de escasez.
Y nosotros,
ricos trashumantes,
nos permitimos tirarte.
Al igual que tiramos
nuestras ilusiones.

Tu última noche fue tranquila,
como la de un reo de muerte.
Con primor te vestí,
para que nadie te hollara.
Y allí estabas, a la mañana siguiente:
impoluto,
esperando… ¿Qué?

Viejo lecho yerto,
ya no te maldigo.
Tú no me hechizaste:
fui yo.
Esperando a Follot,
todo pasó sobre tu manto:
los ácaros y las chinches.
Las pulgas y las liendres.
El sudor, tu olor,
los pelos, pelusas y fluidos;
y tu fantasma, y todos los demás.
Los que no conocí.
Aquellos que esperé.
A los que no llamé.
Y con los que no me atreví.

Pasaje de Montesa, me pesa
dejarte así.
Antes de penetrar
en este coche de lujo,
vuelvo mi mirada hacia ti,
viejo yerto lecho.
Y, como a lo que algún día amé,
te abandono.
Es el fin.

10/10/08

No hay comentarios: